lunes, 8 de octubre de 2012

Cueva del Muerto

Domingo 30 de Septiembre:
Cueva del Muerto
  
  Para no perder la costumbre realizamos la clásica visita anual a la Cueva del Muerto en la Almunia de Doña Godina. Esta vez a petición de mi amigo Javier Alvarez, para iniciar a sus hijos, hermanos y sobrinos.
  A las 8,30 de la mañana quedamos en la gasolinera el Cisne, Bea (secretaria) que viene a conocer la cueva y echar una mano con el grupo, Javi, Merche, Mario, Pablo, Amelia, Vicente, Alfonso, Roberto, Fernado, Ana y yo. En total doce personas componíamos esta expedición multiedades de "espeleolocos".

Ana rapelando el pozo de entrada

  Nos desplazamos a la cueva por la autovía de Madrid, entramos en la Almunia de Doña Godina para seguir por la antigua nacional. A 150 metros tras cruzar el rió Grio hay un desvío a la derecha donde aparcaremos los coches.
  Queda una pista forestal ascendente con el firme bastante suelto y malo para un turismo, en menos de media hora se suben andando los casi dos kilómetros que nos separan. Solo llevamos el Nissan con todo el material y la ropa para cambiarse a la salida.


Bonitos rincones con abundantes formaciones

  La pista sale al lado de donde aparcamos, seguimos siempre el trazo principal ignorando un desvío a la izquierda, bajamos un poco dejando a la derecha otra difusa bifurcación. Cuando vemos una valla que protege la Cueva de la Sima buscamos en el lado contrario un trazo de senda por el que enseguida estamos en la entrada. 
  Nos "disfrazamos" de "espelolocos" con monos, arnés  casco, linterna y carbureros antes de meternos en el agujero.
  La entrada es una rampa con el techo muy bajo, acaba en un pozo de 9 metros que se desciende rapelando, para algunos es la primera vez, ¡que valientes!, ni de "coña" me meten por ese agujero el primer día en mi vida que me cuelgo de una cuerda.
  Una vez en el fondo del "hoyo" nos quitamos el material que ya no emplearemos hasta salir. 

Destrepando entre columnas gigantescas

  Empezamos ya con estrecheces, arrastrándose tumbado por el suelo, haciendo contorsionismo y sudando como un "bellaco", no hay que tener claustrofobia a no ser que quieras "suicidarte". 
  He entrado mil veces a esta cueva y cada vez me cuesta más pasar por los agujeros, no he engordado así que sera que estoy más "tieso" y me doblo peor. Los que no la conocen no se esperaban nada parecido, cantidad de formaciones, estalactitas, columnas, banderas, excéntricas  gateras, salas gigantescas, rincones super bonitos, trepadas, murciélagos volando ..............

Bea en una sala con gran cantidad de formaciones

  Llegamos hasta el fondo de la cueva donde se encuentra una pequeña Virgen del Pilar. Nadie tuvo ningún problema fuera de lo "normal", Bea, Javi y yo nos colocamos en los puntos más complicados para ayudar a pasar a los demás. 
  Sentados en el suelo, apagamos las luces y guardamos absoluto silencio para conocer la oscuridad total y un silencio donde solo se escucha nuestro corazón.

Grupo junto a la pequeña Virgen del Pilar en el fondo de la cueva

  El regreso fue más rápido, el comentario de "por aquí no hemos pasado antes" es lo más oído, seguramente si se quedaran solos no encontrarían la salida en mes y medio.
  Ya estamos en la base del pozo, la pregunta ahora es, ¿como subiremos?. Explicamos las dos opciones y damos a elegir, la primera es la más cómoda  con una polea antirretorno izamos al que sube que a la vez ayuda trepando por la pared. La segunda con un puño y un croll se progresa fácilmente por la cuerda, pero claro, todo tiene su técnica.

Bea atravesando el exiguo paso de la Bellota

  La mayoría eligen la polea que son los primeros que suben, rápido y sin cansarse. Vicente, Fernado, Javi y Bea usaran puño y croll.
  Vicente y Fernando reciben las explicaciones oportunas y comienzan el ascenso, no les sale demasiado bien, realizan unos esfuerzos desproporcionados e irracionales, les cuesta "horrores" llegar hasta arriba y lo hacen al limite del agotamiento, ¡pobres!, jejejeee.... se van a pegar una semana con agujetas.
  Javi y Bea ya tienen practica, suben rápido y descansados. 

Javi y Fernado subiendo con puño y crol

  Seis horas han transcurrido desde que comenzamos a entrar hasta que salió el último, lo hemos tomado con mucha tranquilidad haciendo fotos y disfrutando al máximo.
  Nos cambiamos, recogemos el material y volvemos a los coches para comer el merecido picnis al "aire libre". Un café en la Almunia entre risas comentando nuestras peripecias por la cueva puso el colofón a esta estupenda jornada antes de regresar a Zaragoza.
    
Reseñas de la cueva:

Otra de nuestras incursiones en la cueva:

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